Un viaje a las raíces del ballet: de visita por la Ópera de Paris

María Victoria López

Disclaimer: Desde abril de 2023 dejamos con Ezequiel, mi novio, nuestra vida en Rosario, Argentina en stand by. Agarramos nuestras mochilas y salimos a recorrer y bailar el mundo. Lo que sigue es una crónica rápida de nuestro paso por París y su gran Ópera.

La llegada a París, para variar, fue improvisada. Queríamos ir a la ciudad, sabíamos que era cara, no sabíamos cuánto,  pero fuimos igual así sin planificar nada. Llegamos tras esperar durante la madrugada del martes 13 de junio de 2023 afuera de la estación de Lyon, porque los colectivos baratos ni siquiera estacionan en las plataformas de la estación, sino en las calles aledañas.

Toda la noche de viaje y llegamos a la estación más fea, sucia y oscura que uno pudiera imaginar. En París, sí, en París. Ahí la desesperación y la incógnita de cada nuevo destino ¿y ahora dónde dormimos? Después de revisar el celular, mil aplicaciones, habitaciones, departamentos, hostels con cucarachas, nos decantamos por una habitación alejada pero con buenos comentarios para la primer noche. Para las siguientes dos noches nos esperaba una chica francesa con sus amigos a través de la app BeWelcome*.

Tenía miedo de París, de llegar y que no me guste. El “síndrome de París” se conoce al efecto que produce la ciudad en muchos visitantes que ante la ilusión de conocer la ciudad de la luz con su romanticismo, historia, arte, bohemia y glamour, terminan por desencantarse con una ciudad metropolitana llena de gente, ruidos, bocinazos y ratas. Y es verdad, la capital francesa es así, con todos esos contrastes preciosos y no tanto. A mí París me encantó, para qué negarlo. Vi a la Torre Eiffel y se me piantó un lagrimón. Así de luna en Piscis soy.

Tras una primera aproximación a la ciudad al segundo día nuestra anfitriona y sus compañeros de departamento nos recibieron lo más bien. (Tardanza de por medio para llegar pues en el metro alguien “olvidó” una valija=amenaza terrorista y tuvimos que hacer mil combinaciones que no entendí porque nos llevó un chileno que encontramos en el vagón y era la 5ta vez que viajaba en la ciudad. Se alojaba en un departamento en el centro. “Sí, cuando era joven viajaba como uds, ahora ya no”- nos dijo a nosotros y a nuestras mochilas cargadas de peso e ilusiones).

Hèlene, nuestra anfitriona compartía departamento con otro amigo y una pareja Berengere y  Olivier, quienes planeaban hacer un viaje en bicicleta con la novia. Olivier era macanudo. Tanto que a la mañana siguiente se acercó con dos tickets para conocer la Ópera de París: -chicos no sé si les interesa, pero tengo estas entradas que no voy a usar. Mi respuesta mi mejor carita de feliz cumpleaños afrancesada,  chocha.

Vero Mensegues, mi profe de jazz, me dijo: -Hay parada de subte en la Ópera, salís desde abajo y al subir la escalera das de frente a la fachada del teatro, ¡es muy bella esa imagen!-exclamó. Pues no. Porque cuando nosotros llegamos, para variar, la fachada estaba en obra. Siempre cuando uno (o yo) viajo la ciudad está en obras y ve la mitad de las cosas. Por suerte el interior lo pudimos disfrutar bastante con ayuda de la audioguía que compartimos, #ModoAhorroSiempre.

Vista desde la Galerías Printemps, ahí se pispeaba mejor algo de la fachada con la Torre Eiffer de fondo.

El edificio actual de la Opera Garnier de Paris fue inaugurado oficialmente en 1875. Aunque tuvo de antecedente la Ópera de París fundada por Luis XIV en 1669 con el nombre de Académie royale de musique. Ya al ingresar las escaleras con voluptuosas esculturas te reciben. Todo es mucho. Representativo de esto es el Grand Salon que es dorado desde el suelo hasta el techo, pinturas, espejos, candelabros.

Obviamente me detuve ante otra sala llena de bustos de compositores y artistas, entre las que se destacan la de las bailarinas Marie Tagloni y la Sallè. Otro de los espacios más mágicos son los Salón du Soleil y Salón du Lune. Pensados originariamente como fumaderos estos sitios están decorados siguiendo la inspiración astral.

Al salir del Teatro, gratamente nos despidió la Place Dhiagilev, llamada en homenaje al gran empresario de ballet (pss podés ver esta charla en Youtube donde analizo una de sus producciones más conocidas La Consagración de la Primavera).  

Ah y además en la recorrida por París también vimos el nuevo edificio de la ópera en La Bastille. Sí, queda en frente de la plaza donde fue el germen de la Revolución Francesa el 14 de julo de 1789. Hoy hay una plaza de cemento sin mucho encanto.

Si querés ver más: ¿Sabías que podés aprovechar desde tu casa a conocer también este espectacular edificio? Gracias a Google podés hacer un tour virtual y así te enamorás un poco más de esto que te cuento. Hacelo por acá:  Tour virtual Ópera de París. 

*BeWelcome es un sitio de y para viajeros para encontrarse y tener alojamiento a cambio del intercambio cultural entre anfitriones y huéspedes, sin dinero de por medio. ¿Nada mal, eh?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *